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Falcao y Fabinho. Foto: Futbolete |
Falcao, con su apetito goleador intocable, mantuvo su
desempeño de liderazgo nominal y como figura ofensiva casi única. Todo recaló
en él esta temporada. Se necesitó de la conjunción de Jovetic, Baldé y Ghezzal (más destellos que peso específico en el
equipo) para sumar los mismos goles que Mbappé, mientras que el colombiano,
desde las estadísticas, sigue encumbrándose como máximo artillero del equipo.
No estuvo solo, pero sin el acompañamiento estelar de Lemar, obtenido en el
pasado curso, y sin el olfato creativo de Bernardo Silva, por poco Falcao se
convierte en pescador de ocasiones. Aun así, volvió a ratificar proximidades de
su techo máximo.
El caso de Fabinho también es para destacar. Se habló
muchísimo de su partida por montos intergalácticos y permaneció en el equipo en
una situación similar a la de Lemar. Prácticamente el proyecto de Jardim se
basaba en la continuidad de ellos para no fracturarse completamente. Ahora, sin
Timoué Bakayoko como complemento, las funciones del brasilero se multiplicaron
(lo que no quiere decir que Tielemans o Moutinho no lo acompañen), pero el
alma del círculo central de Mónaco tiene nombre propio. Fabinho se parte para
ser equilibro y ser sorpresa. Esa mixtura lo condiciona como imprescindible.
La temporada francesa ya está acabada y Mónaco se fue en
cero. La confección para el período venidero tendrá seguramente nuevos rumbos
para el club, pero si Jardim continúa, armará su plan desde Falcao y desde un
intento de convencimiento a Fabinho.
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