En desventaja, Arabia mantuvo la iniciativa aunque careció
de profundidad verdadera para lastimar. Sorprendió tanto el criterio para el manejo
del balón como también los pocos argumentos para darle el plus cualitativo al
mismo. El bloque uruguayo no se vio agrietado en el tercio defensivo, pero el
onceno de Tabárez dejó una imagen pálida.
En la segunda mitad, se vio a un Uruguay aún más deslucido,
siendo opacada en todos los sectores del terreno por su contrincante. Sin compás,
repletos de imprecisiones, con nula conexión entre defensa-ataque y con
limitaciones asombrosas en el rígido 4-4-2 del ‘Maestro’. Ni siquiera en este
marco Arabia logró lastimar. Por ello, el encuentro se volvió opaco, inerte e
inactivo.
El desgaste físico le jugó una mala pasada a los dirigidos
por Pizzi, que también entraron en la imperfección de las decisiones. El
ingreso de Diego Laxalt oxigenó a Uruguay y Arabia, sin respuestas en sus
sustituciones, cayó en la telaraña táctica sudamericana. Recién en el minuto 80
el partido despertó del bostezo: un remate de Torreira pegó en Cavani y
descolocando a Al Owais, casi se entromete tímidamente en la red. Así, sin
mayores luces, Uruguay logró el cometido y se metió en los octavos de final
junto a Rusia. Arabia Saudita y Egipto ya tienen boleto para el regreso a sus
países.
No hay comentarios:
Publicar un comentario