Apurado por la situación del descenso, Mónaco ha cambiado la dirección en su política de fichajes. Cesc Fábregas y Naldo harán parte del equipo para el remate de la temporada y posiblemente se sume Pepe. Veteranía ante la urgencia.
Después de un desarme lógico tras dos cursos memorables, Mónaco había apuntado su política de fichajes hacia jóvenes talentos con presente y apostó por varias promesas. En este marco, más allá de las salidas de Mbappé, Lemar, Bernardo Silva, Fabinho y Mendy, entre otras, hubo una baja en mercado estival que terminó de descuadrar el ADN triunfal monegasco: Joao Moutinho. El volante portugués era el la brújula de esta constelación. Desde la templanza del silencio y a pesar de tener un papel secundario en la obtención de la Ligue 1 en 2017, su estela siempre estuvo firme como sostén para el equipo. Sin Bakayoko, Moutinho retomó relevancia como patrón de mediocampo junto a Fabinho. Juntos continuaron los prismas que Jardim le entregó al equipo bajo sus características, bajo su manera de pensar y ejecutar el juego.
Mónaco determinó su confianza en el marroquí Youssef Ait Bennasser (22) y escogió a Jean-Audes Aholou (24) para engrosar la nómina en un sector disminuido. Youri Tielemans (21) era quien estaba llamado a proseguir el camino de Fabinho-Moutinho, pero en el revolcón de los malos resultados, el belga jamás logró adueñarse de las direcciones por tomar del equipo. Jardim salió. Llegó Henry. Y Henry necesita recuperar una zona definitivamente neurálgica para su idea de juego. Allí entra en escena Cesc Fábregas.
Por situación contractual y, seguramente, por cuestión etaria, Chelsea planeaba prescindir de Cesc en el corto plazo. La llegada de Sarri, de Jorginho, de Barkley, de Kovacic y el regreso de Loftus-Cheek casi que pusieron al español en una situación más que incómoda. Con lo expresado, en Mónaco, uno imagina a Fábregas como "amo y señor"de la plantilla de Thierry Henry (entre lágrimas, Cesc se despidió en la FA Cup ante Nottingham Forrest) y con sus 31 años aun puede liderar un club de élite en situación delicada.
A su vez, Naldo arribó para entregar su experiencia a la defensa. Kamil Glik y Jemerson fueron la zaga de Jardim por años, pero el brasilero parece no ser del gusto d Henry. Apareció Benoit Badiashille como un remedo con tan solo 17 años, pero para salir del fondo de la tabla y mantener la categoría, el peso específico de Naldo y de Pepe (desvinculado de Besiktas y con posibilidades de llegar al Principado), será decisivo.
De esta manera, Mónaco estructurará su columna vertebral con hombres de jerarquía internacional y amplio recorrido: Subasic (o Benaglio), Naldo (¿y Pepe?), Fabregas y Falcao. Además, este año se espera recuperar a lesionados como Sidibé, Rony Lopes o Jovetic, crear un contexto para el lucimiento de Golovin y así sí poder incluir a jóvenes que dieron la cara durante el accidentado primer semestre.
Después de un desarme lógico tras dos cursos memorables, Mónaco había apuntado su política de fichajes hacia jóvenes talentos con presente y apostó por varias promesas. En este marco, más allá de las salidas de Mbappé, Lemar, Bernardo Silva, Fabinho y Mendy, entre otras, hubo una baja en mercado estival que terminó de descuadrar el ADN triunfal monegasco: Joao Moutinho. El volante portugués era el la brújula de esta constelación. Desde la templanza del silencio y a pesar de tener un papel secundario en la obtención de la Ligue 1 en 2017, su estela siempre estuvo firme como sostén para el equipo. Sin Bakayoko, Moutinho retomó relevancia como patrón de mediocampo junto a Fabinho. Juntos continuaron los prismas que Jardim le entregó al equipo bajo sus características, bajo su manera de pensar y ejecutar el juego.
Mónaco determinó su confianza en el marroquí Youssef Ait Bennasser (22) y escogió a Jean-Audes Aholou (24) para engrosar la nómina en un sector disminuido. Youri Tielemans (21) era quien estaba llamado a proseguir el camino de Fabinho-Moutinho, pero en el revolcón de los malos resultados, el belga jamás logró adueñarse de las direcciones por tomar del equipo. Jardim salió. Llegó Henry. Y Henry necesita recuperar una zona definitivamente neurálgica para su idea de juego. Allí entra en escena Cesc Fábregas.
Por situación contractual y, seguramente, por cuestión etaria, Chelsea planeaba prescindir de Cesc en el corto plazo. La llegada de Sarri, de Jorginho, de Barkley, de Kovacic y el regreso de Loftus-Cheek casi que pusieron al español en una situación más que incómoda. Con lo expresado, en Mónaco, uno imagina a Fábregas como "amo y señor"de la plantilla de Thierry Henry (entre lágrimas, Cesc se despidió en la FA Cup ante Nottingham Forrest) y con sus 31 años aun puede liderar un club de élite en situación delicada.
A su vez, Naldo arribó para entregar su experiencia a la defensa. Kamil Glik y Jemerson fueron la zaga de Jardim por años, pero el brasilero parece no ser del gusto d Henry. Apareció Benoit Badiashille como un remedo con tan solo 17 años, pero para salir del fondo de la tabla y mantener la categoría, el peso específico de Naldo y de Pepe (desvinculado de Besiktas y con posibilidades de llegar al Principado), será decisivo.
De esta manera, Mónaco estructurará su columna vertebral con hombres de jerarquía internacional y amplio recorrido: Subasic (o Benaglio), Naldo (¿y Pepe?), Fabregas y Falcao. Además, este año se espera recuperar a lesionados como Sidibé, Rony Lopes o Jovetic, crear un contexto para el lucimiento de Golovin y así sí poder incluir a jóvenes que dieron la cara durante el accidentado primer semestre.
Henry necesita a Cesc
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