Boca se consagró bicampeón del fútbol argentino bajo una extrema
medición sobre su nivel colectivo y los rendimientos individuales. El equipo de
Guillermo Barros Schelotto cabalgó el extenso certamen siempre como líder
(lleva más de 500 días en esa posición) siendo, increíblemente, uno de los ganadores más
discutidos en los últimos años.
Boca bicampeón Foto: Boca Juniors - Twitter Oficial |
En Boca no hay licencias para perder. Después de vencer en tres
de las cuatro Copas Libertadores entre 2000 y 2003, con victorias ante Real Madrid
y Milán en Intercontinentales, la vara quedó demasiado alta a nivel internacional.
Pero ese evento obsesivo que se le niega a la institución desde hace 11 años, no
ha perjudicado su dominio en la escena local. Los ‘Xeneizes’ son los más
ganadores de la Liga Argentina en el nuevo milenio (11 títulos entre torneos
cortos y largos) aunque a pesar los logros, siempre están en el ojo crítico. Que,
si gana, entonces deberá jugar bien; que, si juega bien, es necesario que golee;
que, si no golea entonces hay ‘crisis’. En todo momento habrá ítems de juicio
hacia el club más popular de Argentina por el alimento que genera, en un país
enfermizamente futbolero, hacia la opinión pública. Una opinión pública que se
acostumbró a los cortes de la carnicería de un periodismo banalmente hostil, con
más actitudes sanguinarias que un análisis veraz y profundo de su realidad. Cada
fin de semana de 2018, a Boca Juniors le crearon una lápida.
Boca fue un justo campeón. Navegó el peculiar torneo de 28
equipos a gusto durante ¾ del mismo. Sufrió una considerable zozobra tras ese
iceberg llamado River en Supercopa: pero este Titanic no se hundió. Los diseños
de amplitud en los sistemas de juego han beneficiado al equipo: que ganó los
tres últimos torneos largos, donde existió un intervalo de seis meses que se
adjudicó Lanús. Después, los colores azul y amarillo imperan. Boca ha
demostrado una supremacía notable desde la fecha 1 hasta la 26, donde se
consagró. La nómina, el presupuesto, las curvas de rendimiento, generan que un
club como Boca no tenga rival. Ni siquiera River, un deficiente equipo en certámenes
largos (llegó a estar 24º en un torneo de 28 y no existió ninguna crucifixión (lo aplaudo) a
Gallardo por sus títulos de los últimos años, léase “licencia para perder”), lo
fue.
Aquí recojo seis puntos que resultaron claves para la
obtención de su bicampeonato:
Pavón diferencial
El 7 de Boca ha tenido su certamen consagratorio y tiene una
alta posibilidad de estar en Rusia con la Selección Argentina siendo el gran
representante de Superliga. El efecto del extremo ha sido vital para el
entrenador en cada encuentro, tal es así que disputó todos los partidos de la Era
Guillermo en el club. Velocidad en el desborde, en el mano a mano y en la resolución
individual, el cordobés recuerda a wines de vieja escuela del fútbol argentino
con los matices característicos del puntero actual. Más allá de rendimientos en
conjunto que fueron bajos, Pavón se escapó de esos síntomas negativos y enfiló
una carrera majestuosa con catapulta a la Albiceleste.
La garra de Barrios
El colombiano volvió a demostrar que el volante 5 de Boca
tiene cualidades bien definidas: marca por sobre la entrega limpia, quite por
sobre la asistencia, garra ante la parsimonia del toque, despliegue encima a la
ubicación. Barrios ha sido la rueda de auxilio en los peores momentos del
equipo y ha sido el motor para encender los mejores. Comprendió que sus
virtudes se pliegan al cuerpo del Mundo Boca y se erigió como figurón.
El colchón de 2017
Boca tuvo un inicio demoledor con una seguidilla de
victorias impresionante. Aprovechó su única competencia y recogió un colchón de
unidades que resultó imprescindible para soportar el brusco bajón del último
trayecto hacia la coronación. En esos momentos, las dudas no existían alrededor
del equipo. La final de Supercopa frente a River supuso un golpe fuerte, pero
con holgura y los objetivos claros, se enalteció contra la corriente, batalló
contra sus propios temores y salió a flote para conquistar el bicampeonato.
El espíritu de
batalla
En 2018, Boca consiguió muchos puntos en el tramo final de
sus encuentros. Con contextos inciertos, rumbos bloqueados o malas decisiones,
el cuadro de Barros Schelotto mostró enjundia y determinación por buscar los
triunfos hasta el pitazo final. Ningún equipo a lo largo de la Superliga aclaró
alguna superioridad ante los Xeneizes. Quien venció a Boca, debió sudar la
camiseta hasta el suplicio (casos Defensa y Justicia o Independiente).
Tevez, ¿en declive?
Después de olvidable transitar por Shanghai, el ‘Apache’ volvió
con menos pitos y cornetas que en su regreso de Juventus. Era lógico que el
señalamiento al atacante sería penetrante. Como referente, aportó poco desde el
juego, pero mantuvo un silencioso liderazgo grupal desde lo anímico que sostuvo
al plantel en los momentos más crudos. En los duelos determinantes su figura se
opacó, y aunque su capa de ídolo no deja de flamear, se necesita de su repertorio
para generar más luces en el equipo.
Las lesiones
Fernando Gago y Darío Benedetto, pilares de total influencia
para la figura táctica y el ADN de juego de Guillermo, sufrieron lesiones de
larga duración y tales ausencias calaron hondo en la fisionomía del onceno. A
su vez, Paolo Goltz, Pablo Pérez y Edwin Cardona padecieron vaivenes físicos
que los separaron en varios partidos. Sobre el final, Barrios se sumó al lote y
a pesar de casi desmembrarse, el módulo, con predecibles irregularidades, prosiguió
ciertamente consistente.
Boca bicampeón superando el iceberg
Reviewed by laprimeragambeta
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