Liverpool: El placer de la presión alta


La presión alta para someter. La presión alta como estilo de juego. Liverpool se fundamenta en el deseo enérgico de recuperar la pelota y ante Nápoli, en la última fecha de la fase grupal de la Liga de Campeones, donde se debatían quién seguía y quién caía a la Europa League, brindó una demostración suprema de su ADN. Con una asfixia colectiva, unificada, armónica y establecida, neutralizó a su rival aplicando una determinación sinigual.




Jordan Henderson, James Milner, Georginio Wijnaldum, Sadio Mané, Mohamed Salah, Roberto Firmino, Andrew Robertson, Alexander Trent-Arnold. Ocho de los once se predisponen para la idea. En la cueva, Van Dijk. En la portería, Alisson. Los dos fichajes mega estelares de Jürgen Klopp en el mercado de verano son los que sostienen esa idea

Ganó Liverpool. 1 a 0 y sufrió al final. Lo que no se ve en el marcador final y en ninguna estadística es aquel deseo, esa locura desbordada por tener la pelota. Por tenerla y recuperarla cerca del arco rival. Ese sentimiento de no dejar al otro que juegue con la pelota. No dejar jugar al otro sin pegar las patadas de la decepción, sino arrebatando el propio tesoro con la valentía y el arrojo de querer tener la pelota. Arrebatando para jugar. Hacer que les queme en los pies, que la rechacen por el motivo de una intención, de la idea en cuestión. Eso es el placer de la presión alta.
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