Lo que dejan las Generaciones Doradas

En su mayoría, las selecciones de fútbol de Sudamérica han tenido un ciclo generacional supremo que se enmarca como el más radiante de su historia. Aunque, después de lo maravilloso del momento, ¿qué es lo que ha dejado esa dorada generación?


Colombia en Estados Unidos 1994
Quitando a Brasil, Argentina y Uruguay por su participación constante en Mundiales, su hegemonía en las Copas América y sus innumerables obsequios a la globalización del fútbol, Perú, Colombia, Paraguay y Bolivia, tuvieron lapsos asombrosos en cuanto a resultados y estilos. Aunque ellos no pudieron lograr la constante como los anteriormente citados. ¿Cuál es el legado que abonaron para las generaciones seguidas? ¿Se pregonó la impronta en los años posteriores?  

Perú
La brillantez de la década de 1970 para el fútbol peruano no tenía antecedentes, pero la huella se borró tras la participación en el Mundial de México ’86. Desde allí, Perú no ha podido alcanzar ninguna otra cita orbital, no se ha destacado en los eventos continentales y solamente Sporting Cristal arribó a una final de Copa Libertadores en 1997. Didí, uno de los mejores jugadores de la historia, revolucionó el país andino y le otorgó otra mirada a la práctica y ejecución del deporte. La gesta del brasilero culminó con la clasificación a México ’70 eliminado a Argentina en la Bombonera. Luego, Marcos Calderón añadió más gloria y fue campeón de la Copa América y disputó el Mundial de Argentina, con el resultado que todos conocemos.

De aquella camada (1970-1962), Juan Carlos Oblitas, Julio César Uribe, Franco Navarro, Roberto Chale, Ramón Quiroga, Eloy Campos, Alberto Gallardo, Fernández Santini, Chumpitaz y el colomboperuano Roberto Mosquera, han sido entrenadores. Oblitas y Uribe, referentes de época, comandaron la selección y no lograron mayores resultados dejando paso a entrenadores extranjeros, donde la pérdida de la idiosincrasia incaica de los 70 se fue encendiendo. Chale fue símbolo como jugador y timonel de Universitario de Lima, pero a nivel internacional no consiguió éxitos, al igual que Roberto Mosquera. El linaje se fue debilitando por no encontrar un líder con bagaje que comprenda la cronología y la semblanza de ese fútbol, además del decaimiento de la liga local y el estancamiento en la producción de talentos.  

Colombia
Francisco Maturana fue quien le otorgó verdadera identidad al fútbol y al futbolista colombiano. “Pacho” complementó la raíz hermana de Colombia con Brasil, el hechizo del Dorado y el juego bonito, con la táctica y disciplina de Osvaldo Zubeldía y Carlos Bilardo, que ofrecieron otra óptica en la maña del deporte. Maturana situó a su país en el globo: Mundiales, Libertadores, jugadores en las mejores ligas. Y así obtuvo respeto y admiración. Sin  embargo, sus caudillos en el campo no continuaron sus carreras como directores técnicos: Valderrama, Faustino Asprilla, Iguarán, Serna, Luis Carlos Perea, entre otros, decidieron no llevar a la raya, lo que dieron en el terreno.

De aquel extraordinario lapso entre 1987 y 1998, fueron estrategas Leonel Álvarez, Alexis Mendoza, “Chicho” Pérez, Carlos Mario Hoyos, Redín, José Fernando Santa y Wilmer Cabrera. Luis “Chonto” Herrera es ayudante de campo y Alexis García, que no jugó mundiales pero hizo parte del ciclo, también se suma. Además, Higuita dirigió algunos partidos en Arabia y Bermúdez tuvo esporádicas experiencias en Argentina y en su país. La alcurnia “tricolor” también se cortó. Por ello Colombia tras el Mundial de Francia estuvo 16 años sin figurar y fue el argentino José Néstor Pékerman el que logró la clasificación, tras casi tres décadas de entrenadores colombianos.

Bolivia
Creíamos que vivíamos el renacer del fútbol boliviano en la década de los 90, pero fue solo un espejismo, un acto esporádico. Tras la ida a Estados Unidos 1994 con el vasco Xabier Azkargorta y el subcampeonato en la Copa América del 97, la generación no se renovó y la crisis administrativa impactó en lo deportivo. De esa camada, Gustavo Quinteros, Julio César Baldivieso, Marco Sandy, Erwin “Platini” Sánchez, Mauricio Soria y Marco Etcheverry, son o fueron entrenadores.
Tanto Quinteros, como Baldivieso y Soria estuvieron a cargo de la selección nacional en el nuevo milenio, pero nunca se respetaron sus contratos y los polémicos cortes abruptos de gestión arruinaron los proyectos. Soria le dejó su puesto a Quinteros, que a su vez se lo donó a Baldivieso y tras el breve paso de Ángel Guillermo Hoyos, Soria retomó el liderazgo. Este redondel vacío, no hace más que diagnosticar las gravísimas fallas de políticas y determinaciones de la Federación. Además, otros factores como organización, infraestructura, y mercadeo no forjan el crecimiento de la Liga y las bases de inferiores. En la actualidad, Bolivia es la nación más débil de la CONMEBOL.

Gustavo Quinteros ante Alemania (USA 1994)

Paraguay
Es paradójico el caso de los guaraníes. Tras 12 años sin participar en Mundiales, encadenaron cuatro clasificaciones consecutivas con entrenadores extranjeros Carpegiani (1998), Cesare Maldini (2002), “Maño” Ruíz (2006) y Martino (2010). Este lapso, acompañado por una dorada generación de futbolistas, tuvo su fin tras el subcampeonato en la Copa América de 2011. A partir de allí, inmersos en una aguda crisis administrativa, se apostó por dos paraguayos (Arce y Genes) y otros dos foráneos (Pelusso y Ramón Díaz) para conducir el combinado albirrojo y los resultados no acompañaron.
En cuanto a los jugadores del ciclo triunfador, Diego Gavilán, Aldo Bobadilla, Celso Ayala y Carlos Humberto Paredes, hoy son entrenadores en la Liga paraguaya. Gavilán dirige Capiatá, Bobadilla al General Díaz, Ayala se encuentra en Independiente de Campo Grande y Paredes en Rubio Ñú. Además, Francisco Arce dirige su segunda etapa en la Mayor con más malas que buenas y Pedro Sarabia se encuentra al frente de la Sub 20, recientemente eliminada del Sudamericano. Todos han sido mundialistas, al igual que José Saturnino Cardozo, con campaña en México, que se perfila para estar en la Selección en un futuro cercano.

El revisionismo evidencia que nunca se logró prolongar un lineamiento, una idea, un proyecto, que consolide a las naciones mencionadas en la élite del fútbol mundial. Hasta resulta que es librado al azar que surja una exitosa camada de jugadores o un entrenador que sea totalmente exitoso en su mensaje y la problemática lleva a entender a lo federativo como el talón de Aquiles. 
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