Con apenas 29 años, Jon Pascua Ibarrola decidió abandonar la actividad profesional para cuajar una exitosa trayectoria como entrenador de porteros. Bajo impetuosos lineamientos prácticos y teóricos, el vizcaíno se ha consolidado como un erudito de los tres postes.
La utopía de formar guardametas comenzó tras su retiro y desde su Bermeo natal construyó su obra a puro empeño, dedicación y pujanza. Luego, Bilbao y Sudáfrica fueron los escenarios claves para el despegue definitivo de Pascua en su ambicioso emprendimiento, que tomaría una reluciente dimensión global. En Athletic cimentó las flamantes bases para continuar el brillante legado de goleros vascos y en el Mamelodi Sundowns de Sudáfrica, una de las instituciones más prestigiosas del Jóven Continente, hizo "frotar los ojos" de propios y extraños por el desarrollo obtenido con sus ejercicios y destrezas.
En la actualidad, conforma parte del seleccionado de Filipinas y vive una nueva aventura en su jovial, exótica y singular carrera. En su web (www.jonpascua.com), ha publicado centenas de textos, conferencias, lecciones y disertaciones sobre sus diferentes métodos de trabajo y así evidencia que los resultados de la pasión no conocen de fronteras.
Jon Pascua Ibarrola Foto: www.jonpascua.com |
A continuación, sus frases más destacadas:
Usted es un portero
nato, pero experto en formación, entonces ¿portero se nace o se hace?
Considero que las dos cosas. Primero tiene que haber un
talento natural y ciertas habilidades directamente relacionadas con las
necesidades que se requieren en el desempeño de las funciones de la
demarcación. Pero a partir de aquí creo que el trabajo y el compromiso hacen el
resto. El trabajo tiene que ser de calidad y el resultado vendrá también
determinado por el conjunto de aportaciones que durante su proceso formativo el
portero ha ido recibiendo de la mano de los diferentes entrenadores de porteros
y entrenadores principales, con los cuales ha tenido la oportunidad de
trabajar. No obstante, siempre hay que tener una base sobre la cual trabajar y
algo sobre lo cual comenzar a construir y modelar.
El golero vasco ha
marcado huella en España. ¿Cómo definirías esa impronta tan peculiar a lo largo
de los años?
Es algo que viene de mucho tiempo atrás. Primero Iríbar,
luego Arconada y más tarde Zubizarreta ocuparon la portería de la selección
española durante mucho tiempo. Todos ellos fueron referentes tanto a nivel
nacional como internacional y se fue creando la leyenda.
La idiosincrasia de
Athletic es definitivamente especial. Habiendo latido la experiencia, ¿qué
rasgos te resultan positivos y cuáles negativos de lo mencionado?
El Athletic es un club muy especial en este aspecto y único.
Personalmente me siento muy identificado con la filosofía. Para mí es algo de
lo que debemos sentirnos orgullosos. Competir al más alto nivel con una
filosofía tan peculiar y obtener rendimiento otorga un gran valor al club. Es
algo que se ha convertido en nuestra cultura, filosofía e historia y todo el
mundo nos conoce por este hecho. No lo veo como algo positivo ni negativo, es
algo propio de nuestra esencia. Indudablemente la filosofía limita, pero no
tiene que ser un motivo de excusa. Lo que si tenemos que tener claro es a lo
que podemos aspirar. No generarnos grandes expectativas para no llevarnos
grandes decepciones. Hay que ser realistas y consecuentes con el camino que
hemos elegido.
Una exigencia actual
(que viene dándose desde la década del '90) es que el portero sepa "jugar
con los pies". ¿Es fácil conseguir ese biotipo de arqueros? ¿Cómo se
despierta ese sentido en una pieza en que sus manos son las realmente claves?
A estas alturas no creo que haya que despertar ese sentido
en los porteros. Es una cuestión de necesidad. El portero que no se adapte a
esta nueva forma de ver el fútbol y no se implique en el juego combinativo de
su equipo va a quedarse obsoleto. Luego, conseguir ese biotipo depende mucho de
la estructuración de los contenidos de entrenamiento en las edades de
formación. Al juego con los pies hay que dedicarle su tiempo, pero sin
olvidarnos del aspecto defensivo. El portero tiene que ser un jugador de campo
que tiene la ventaja de poder utilizar las manos dentro del área. Este tiene
que ser el concepto. Hay que saber hacer de todo y hacerlo todo bien.
África parece ser un
continente que recién despierta en el fútbol y en Mamelodi, equipo más grande
de Sudáfrica, has tenido éxito. ¿Qué diagnóstico puedes hacer del desarrollo
futbolístico allí?
En los cinco años que estuve pude observar un crecimiento
importante, sobre todo en cuanto a la exigencia y profesionalización de los
jugadores. La liga era cada vez más competitiva y los equipos cada año estaban
mejor preparados física, técnica y tácticamente. Su limitación viene de la mano
del fútbol formación y de sus infraestructuras. Si el fútbol africano
dispondría de los medios existentes en Europa saldrían muchos más jugadores
talentosos. No es fácil para un niño en África llegar a la élite. Sudáfrica en este aspecto es de los países
más desarrollados y tiene una ventaja respecto al resto, pero aún así está
lejos de Europa.
Al portero africano
se lo ha definido como ágil, de movimientos felinos, pero también algo rústico
en ciertas técnicas. ¿Cómo has trabajado estos aspectos en Mamelodi?
El portero africano tiene las limitaciones propias que
tienen los porteros que no han estado inmersos en un proceso de formación y de
entrenamiento adecuado. Talento hay en todas partes, pero hay que trabajarlo.
Yo mismo pude observarlo en el día a día. En mis comienzos tuve que trabajar
incorporando a los entrenamientos tareas que realizaba con porteros alevines e
infantiles en el Athletic Club de Bilbao, pero con el tiempo se fueron
convirtiendo en lo que son ahora. Cuando acudo a congresos y conferencias y
muestro vídeos del antes y después de los porteros con los que he trabajado en
Sundowns los asistentes tienen que frotarse los ojos. Me dicen que no parecen
africanos, ni los mismos que cuando comenzaron. Entonces ¿No será que la
diferencia radica en el entrenamiento y no en la procedencia, país o cultura?
Filipinas es la nueva
aventura, ¿cómo llegaste allí? ¿Qué material has encontrado en lo futbolístico,
lo humano y en lo cultural?
Llegué el mes de marzo del año 2016 de la mano de su
seleccionador Thomas Dooley, que se puso directamente en contacto conmigo para
comentarme la posibilidad de trabajar con la selección. Tras viajar a Filipinas
decidí aceptar la oferta. Me encontré más o menos lo que me esperaba: mucho
trabajo por delante, en un fútbol que se encuentra en pleno crecimiento.
Culturalmente el salto es también importante respecto a Sudáfrica (donde
llevaba trabajando 5 años) y España. Europa, Asia y África son tres continentes
completamente distintos, cada cual con sus particularidades. La capacidad de
adaptación es fundamental a la hora de desarrollar tu trabajo en este tipo de
países. Sobre todo hay que ser realista y aceptar que las cosas son como son,
sin intentar compararlas con Europa.
¿Cuál es tu objetivo
a corto plazo en Filipinas? ¿Y a largo plazo?
En el corto plazo es objetivo es ayudar y contribuir con mi
trabajo a que la selección nacional de clasifique para próxima Copa de Asia
2019 que se disputará en Emiratos Árabes Unidos. Paralelamente, como no, está
también el objetivo de colaborar en el crecimiento del departamento de porteros
y desarrollar un poquito más si cabe el talento de estos. Y ¿en el largo plazo?
Esto en el fútbol no existe. Prefiero vivir el día a día y disfrutarlo. Tengo
muy claro que todos tenemos fecha de caducidad en este trabajo. Aunque mi
ilusión sería la de poder trabajar en un club de primer nivel en Europa. Quiero
poder vivir esa experiencia y disfrutarla.
Tienes un sitio web
nutrido de muchos textos, trabajos, conferencias, manuales. ¿Por qué los
deportistas a veces no consideran llevar el registro de sus labores? ¿Por creer
en el pensamiento de que su trayectoria es efímera?
No le sé si los deportistas consideran o no llevar un
registro de sus labores. Yo creo que en su mayor parte lo hacen, pues cada vez
hay una cultura mayor en este aspecto. Lo que no es habitual es compartir esa
documentación. Cuando compartes tus conocimientos colaboras en el crecimiento
de los demás y eso en el deporte de alto rendimiento no es lo habitual.
Personalmente mi preocupación va más encaminada a ser la mejor versión del
entrenador que puedo llegar a ser que a trabajar para situarme por encima del
resto. Que nuestra trayectoria es efímera y tiene una fecha de caducidad todos
los sabemos, pero está también en nuestras manos dejar un legado y ser
trascendentes. Quizás nunca trabajaré en un club de élite europeo, pero lo que
nadie me podrá negar es que he colaborado, a través de mis publicaciones, en el
crecimiento de muchos entrenadores y formadores de porteros de todos los países
del mundo. Más de 100.00 visitantes al año procedentes de más de 180 países lo
corroboran. Ese es mi pequeño legado al mundo de la portería y la razón por la
que diariamente recibo muestras de cariño, reconociendo y respeto de todos los
rincones de planeta. Todo lo que das, te lo das.
¿Creíste que alguna
vez el fútbol te llevaría a conocer tantos países (y definitivamente exóticos)
del mundo?
Jamás, ni en el mejor de los sueños, hubiera imaginado que
tendría el bagaje y las experiencias de vida que llevo a cuestas a mis 45 años
de edad. Más si cabe cuando mi primera salida al extranjero fue a los 37 años
de edad. Aunque a veces se me olvide, tengo mil y una razones para sentirme un
privilegiado. Quizás me falte dar ese último pasito y llegar al fútbol europeo,
pero no lo necesito para ser feliz. Tarde o temprano sé que me va a llegar y lo
estoy esperando. Dicen que el secreto de la paciencia es saber que hacer
mientras esperas. Y esto es lo que yo hago. Sigo esperando en movimiento y
llenando la mochila de aventuras y de experiencias. No voy a quedarme en casa
sentado esperando. Todo llegará en su debido momento. Que el fútbol me lleve
allá donde tenga que estar. Seguro que tarde o temprano recompensará mi
esfuerzo.
(Entrevista) Jon Pascua, un expedicionario de la portería universal
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