La laboriosa, detallada, perseverante y minuciosa Alemania venció 1 a 0 al honrado Chile y se quedó con la Copa Confederaciones 2017. Lars Sintdl fue el goleador de la noche de San Petesburgo, Julian Draxler ganó el Balón de Oro y Timo Werner obtuvo la Bota.
Los primeros fueron, posiblemente, los mejores 20 minutos de la era Pizzi. Presión, carácter, vértigo, dinámica, toque y fútbol, mucho fútbol, para disminuir a una Alemania infranqueable durante toda la Copa Confederaciones. El triangulo mágico de Díaz, Vidal, Aránguiz se impuso en la medular ante Rudy y Goretzka y Alexis y Vargas descolocaron de manera fantasmal a la línea de tres (y también de cinco) defensores. Chile generó espacios, gestó chances claritas, pero no acertó y ese fue su pecado. En cambio, en su primera avanzada concreta, Alemania produjo un error determinante en Marcelo Díaz y Stindl resquebrajó el marcador.
Chile y Díaz no comprendieron que tirar un pelotazo a la nada para resolver un problema, más que sacárselo de encima, era un motivo que no rompería su ADN, ni ensuciaría su estilo, ni humillaría su linaje. Con ese cimbronazo casi letal, Alemania controló a gusto los movimientos del juego: Rudy ganó el círculo central, Werner y Stindl contribuyeron con la causa y Julian Draxler se puso el overol tapando las escaladas de Mauricio Isla.
Ya en la etapa complementaria, Chile ratificó que no se achica ante ningún monstruo y relució su chapa de barrio, su amor propio por encima del evidente proyecto deportivo e impronta futbolera de buen pie. Los de Pizzi friccionaron el desarrollo, ensuciaron la cancha y buscaron picar a los alemanes con faltas bruscas, tumultos, insultos y empujones, pero no encontraron mayor efecto. Alemania tuvo pocas certezas a la hora de contragolpear y Bravo no sufrió peligros. Chile, por su parte, agitó las persianas aunque no agrietó el cuasi blindado vidrio teutón. La opción más nítida la tuvo Ángelo Sagal, jugador del Huachipato, que en soledad en la boca del área chica, elevó increíblemente su remate. Después, el pastiche de nervios y escasez de ideas en momentos de zozobra, desnudó que Chile tiene una generación estupenda de futbolistas y que deberá trabajar seriamente en su recambio.
En el tiro del final, Alexis Sánchez perdió el duelo ante el portero Ter Stegen y el cuadro comandado por Joachim Löw volvió a festejar. Como en 2014. Como el pasado viernes en el Europeo Sub 21. ¿Muletto? ¿Equipo B?. Eso no existe en Alemania. Existe la disciplina del trabajo, la confianza en los proyectos y en el proceso de los mismos.
Alemania, campeón de la Copa Confederaciones 2017 |
Los primeros fueron, posiblemente, los mejores 20 minutos de la era Pizzi. Presión, carácter, vértigo, dinámica, toque y fútbol, mucho fútbol, para disminuir a una Alemania infranqueable durante toda la Copa Confederaciones. El triangulo mágico de Díaz, Vidal, Aránguiz se impuso en la medular ante Rudy y Goretzka y Alexis y Vargas descolocaron de manera fantasmal a la línea de tres (y también de cinco) defensores. Chile generó espacios, gestó chances claritas, pero no acertó y ese fue su pecado. En cambio, en su primera avanzada concreta, Alemania produjo un error determinante en Marcelo Díaz y Stindl resquebrajó el marcador.
Chile y Díaz no comprendieron que tirar un pelotazo a la nada para resolver un problema, más que sacárselo de encima, era un motivo que no rompería su ADN, ni ensuciaría su estilo, ni humillaría su linaje. Con ese cimbronazo casi letal, Alemania controló a gusto los movimientos del juego: Rudy ganó el círculo central, Werner y Stindl contribuyeron con la causa y Julian Draxler se puso el overol tapando las escaladas de Mauricio Isla.
Ya en la etapa complementaria, Chile ratificó que no se achica ante ningún monstruo y relució su chapa de barrio, su amor propio por encima del evidente proyecto deportivo e impronta futbolera de buen pie. Los de Pizzi friccionaron el desarrollo, ensuciaron la cancha y buscaron picar a los alemanes con faltas bruscas, tumultos, insultos y empujones, pero no encontraron mayor efecto. Alemania tuvo pocas certezas a la hora de contragolpear y Bravo no sufrió peligros. Chile, por su parte, agitó las persianas aunque no agrietó el cuasi blindado vidrio teutón. La opción más nítida la tuvo Ángelo Sagal, jugador del Huachipato, que en soledad en la boca del área chica, elevó increíblemente su remate. Después, el pastiche de nervios y escasez de ideas en momentos de zozobra, desnudó que Chile tiene una generación estupenda de futbolistas y que deberá trabajar seriamente en su recambio.
En el tiro del final, Alexis Sánchez perdió el duelo ante el portero Ter Stegen y el cuadro comandado por Joachim Löw volvió a festejar. Como en 2014. Como el pasado viernes en el Europeo Sub 21. ¿Muletto? ¿Equipo B?. Eso no existe en Alemania. Existe la disciplina del trabajo, la confianza en los proyectos y en el proceso de los mismos.
La razón por sobre el corazón: Alemania ganó la Copa Confederaciones 2017
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