Vibraciones hasta el pitazo final en Ekaterimburgo. En un atractivo partido, Uruguay venció 1 a 0 a Egipto con un grito agónico de José María Giménez y se apuntó una victoria imprescindible en su aspiración de clasificación. Sin Salah, los de Cúper resistieron en la batalla táctica, pero perdieron en la guerra aérea.
A priori, el pensamiento general del encuentro entre egipcios y uruguayos indicaba paridad. Y así fue la primera mitad: fricción, discusión en el círculo central, lucha y rectitud en el marco de una suprema disciplina táctica en Egipto y la carencia imaginativa de Uruguay para agrietar la sólida línea defensiva de seis hombres. Dentro del comprimido disco duro, Luis Suárez fue el hombre al que le cayeron las pelotas del cielo: sobre el minuto 22, a la salida de un balón detenido, se vio en soledad frente a Mohamed El Shenawy y desperdició, en el área chica, una ocasión que habitualmente no falla. Esta opción marcaría la pauta de un Luis errático en el partido.
Egipto sostuvo su broquel con altura y firmeza y propuso combate, pero también escaparates ofensivos con Amr Warda como gran referente. El reemplazante de Salah aprovechó la vitrina y causó buenas sensaciones en el mano a mano ante Martín Cáceres. Sin embargo, toda iniciativa egipcia en eso quedó: en iniciativa. Vale premiar, claramente, el esfuerzo físico en orden de la rigurosidad conceptual propuesta por Héctor Cúper. Allí, Hamed y Elneny fueron patrones de tal tendencia.
El segundo tiempo fue intenso. De entrada, Suárez volvió a verse cara a cara con el portero y esta vez el egipcio en un movimiento" handballesco" le ahogó nuevamente el grito. Sin embargo, otro hecho clave cambió notablemente el rumbo del partido: la lesión de Tarek Hamed. El filtro que suponía el volante en la medular desapareció y se formó un ida y vuelta constante con Uruguay en campo de Egipto y los africanos apostando al contragolpe. Minuto a minuto, el equipo de Cúper fue llevando a Uruguay a luchar consigo mismo. Tabárez cambió extremos por extremos (Cebolla y Sánchez reemplazaron al tiempo a De Arrascaeta y Nández) para buscar una mayor profundidad. En ese intento, Suárez se encontró otra vez con El Shenawy y cuando deseó eludirlo, perdió nuevamente el duelo.
En el cuarto final, los charrúas lograron escapar de la telaraña (Egipto tuvo unos tímidos contragolpes) y tuvieron dos oportunidades nítidas: en el 83, El Shenawy se puso la capa de héroe ante un golpeo brutal de Cavani y a los 87, el mismo Edinson impactó un tiro libre en el poste. Y cuando parecía que Egipto ganaba el gran premio, surgió la figura de José María Giménez. A falta de segundos para cumplirse el tiempo reglamentario Carlos Sánchez envió un centro preciso desde el lateral y la elevación de Giménez fue el gol uruguayo. Su salto fue su cabezazo y desanudó el delirio que genera ganar bajo el tesón 'celeste'.
Romper la heróica estoicidad de Egipt podría ser el impulso total para Uruguay en la Copa. Y rápidamente, el próximo miércoles, con un triunfo ante una débil Arabia Saudí confirmará su estancia en los octavos de final. Por su parte, los 'Faraones' se jugarán el todo por el todo ante Rusia. Esperamos ver a Salah.
Foto: FIFA World Cup |
Egipto sostuvo su broquel con altura y firmeza y propuso combate, pero también escaparates ofensivos con Amr Warda como gran referente. El reemplazante de Salah aprovechó la vitrina y causó buenas sensaciones en el mano a mano ante Martín Cáceres. Sin embargo, toda iniciativa egipcia en eso quedó: en iniciativa. Vale premiar, claramente, el esfuerzo físico en orden de la rigurosidad conceptual propuesta por Héctor Cúper. Allí, Hamed y Elneny fueron patrones de tal tendencia.
El segundo tiempo fue intenso. De entrada, Suárez volvió a verse cara a cara con el portero y esta vez el egipcio en un movimiento" handballesco" le ahogó nuevamente el grito. Sin embargo, otro hecho clave cambió notablemente el rumbo del partido: la lesión de Tarek Hamed. El filtro que suponía el volante en la medular desapareció y se formó un ida y vuelta constante con Uruguay en campo de Egipto y los africanos apostando al contragolpe. Minuto a minuto, el equipo de Cúper fue llevando a Uruguay a luchar consigo mismo. Tabárez cambió extremos por extremos (Cebolla y Sánchez reemplazaron al tiempo a De Arrascaeta y Nández) para buscar una mayor profundidad. En ese intento, Suárez se encontró otra vez con El Shenawy y cuando deseó eludirlo, perdió nuevamente el duelo.
En el cuarto final, los charrúas lograron escapar de la telaraña (Egipto tuvo unos tímidos contragolpes) y tuvieron dos oportunidades nítidas: en el 83, El Shenawy se puso la capa de héroe ante un golpeo brutal de Cavani y a los 87, el mismo Edinson impactó un tiro libre en el poste. Y cuando parecía que Egipto ganaba el gran premio, surgió la figura de José María Giménez. A falta de segundos para cumplirse el tiempo reglamentario Carlos Sánchez envió un centro preciso desde el lateral y la elevación de Giménez fue el gol uruguayo. Su salto fue su cabezazo y desanudó el delirio que genera ganar bajo el tesón 'celeste'.
Romper la heróica estoicidad de Egipt podría ser el impulso total para Uruguay en la Copa. Y rápidamente, el próximo miércoles, con un triunfo ante una débil Arabia Saudí confirmará su estancia en los octavos de final. Por su parte, los 'Faraones' se jugarán el todo por el todo ante Rusia. Esperamos ver a Salah.
El tesón de Uruguay batió agónicamente la disciplina de Egipto
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