En el juego de ida de los playoffs previos a la fase grupal de Champions League, los Bhoys aplastaron por 5 a 0 a Astana de Kazajistán en el Celtic Park con una actuación estupenda de sus cuatro hombres de ataque: James Forrest, Tom Rogic, Scott Sinclair y Leigh Griffiths.
Celtic tiene prácticamente sellado su boleto a la Liga de Campeones de Europa 2017/18. El conjunto de Brendan Rodgers vapuleó en casa al Astana y con un holgado 5 a 0, casi que confirma su estancia en la competición más prestigiosa del mundo a nivel de clubes. Sus grandes figuras fueron el maravilloso combo atacante compuesto por James Forrest, Tom Rogic, Scott Sinclair y Leigh Griffiths, quienes se repartieron goles y asistencias y deslumbraron al público con sus combinaciones.
Ese compacto 4-2-3-1 de Rodgers sufrió en los primeros instantes del juego ante un sereno y aplomado Astana, que se plantó firme en el centro del campo para batallar de igual a igual. El estratega búlgaro Stoilov provocó el desaire de su rival en varios lapsos del primer tiempo y generó el hartazgo prematuro de una afición exigente. La reacción llegó el minuto 32 cuando la blindada zaga kazaja permitió la filtración y los regates de Tom Rogic; el australiano picó el balón y en su afán de rechazar Evgeni Postinikov empujó el cuero a la red. El otro golpe, casi de nocaut, fue de Scott Sinclair. El extremo inglés aprovechó una nueva descompensación defensiva y cara a cara ante Mokin no falló.
Ya en la etapa complementaria, Astana se derrumbó y Celtic efectuó su festival. La sinfonía de Brendan fue dirigida por un Leigh Griffiths vestido de repartidor de cartas. Y así como caen las manzanas del árbol cayeron un nuevo gol de Sinclair, otro de Forrest (picantísimo sobre la raya derecha) y la cereza del propio Griffiths, en contribución con Shitov. Fue un concierto de gala con intérpretes a la altura: Bitton se rotuló como amo y señor de la cueva, Tierney y Lustig procuraron por una dulce sintonía en los andariveles, dejando la intensidad para los extremos y el histórico Scott Brown contribuyó con el sacrificio de siempre.
Los escoceses demostraron una nueva versión de su practicidad para la demolición. Golpe a golpe, movimiento a movimiento cimentó su goleada, configuró su potencia ofensiva y relució su estela. Pero su proceso de destrucción se enmarcó en una bella melodía.
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| Sinclair y Griffiths Foto: Tomada de Scottish Professional Football League - Twitter Oficial |
Celtic tiene prácticamente sellado su boleto a la Liga de Campeones de Europa 2017/18. El conjunto de Brendan Rodgers vapuleó en casa al Astana y con un holgado 5 a 0, casi que confirma su estancia en la competición más prestigiosa del mundo a nivel de clubes. Sus grandes figuras fueron el maravilloso combo atacante compuesto por James Forrest, Tom Rogic, Scott Sinclair y Leigh Griffiths, quienes se repartieron goles y asistencias y deslumbraron al público con sus combinaciones.
Ese compacto 4-2-3-1 de Rodgers sufrió en los primeros instantes del juego ante un sereno y aplomado Astana, que se plantó firme en el centro del campo para batallar de igual a igual. El estratega búlgaro Stoilov provocó el desaire de su rival en varios lapsos del primer tiempo y generó el hartazgo prematuro de una afición exigente. La reacción llegó el minuto 32 cuando la blindada zaga kazaja permitió la filtración y los regates de Tom Rogic; el australiano picó el balón y en su afán de rechazar Evgeni Postinikov empujó el cuero a la red. El otro golpe, casi de nocaut, fue de Scott Sinclair. El extremo inglés aprovechó una nueva descompensación defensiva y cara a cara ante Mokin no falló.
Ya en la etapa complementaria, Astana se derrumbó y Celtic efectuó su festival. La sinfonía de Brendan fue dirigida por un Leigh Griffiths vestido de repartidor de cartas. Y así como caen las manzanas del árbol cayeron un nuevo gol de Sinclair, otro de Forrest (picantísimo sobre la raya derecha) y la cereza del propio Griffiths, en contribución con Shitov. Fue un concierto de gala con intérpretes a la altura: Bitton se rotuló como amo y señor de la cueva, Tierney y Lustig procuraron por una dulce sintonía en los andariveles, dejando la intensidad para los extremos y el histórico Scott Brown contribuyó con el sacrificio de siempre.
Los escoceses demostraron una nueva versión de su practicidad para la demolición. Golpe a golpe, movimiento a movimiento cimentó su goleada, configuró su potencia ofensiva y relució su estela. Pero su proceso de destrucción se enmarcó en una bella melodía.
El cuarteto letal de Celtic
Reviewed by laprimeragambeta
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