El mediocentro neerlandés-angoleño Tonny Vilhena es el gran emblema de un Feyenoord desmembrado tras ser campeón de la Eredivisie. Con apenas 22 años, está próximo a cumplir el bicentenario de partidos con De Trots van Zuid.
Apareció y resplandeció. Lo que se hablaba de él era cierto. Un producto curtido en la cantera de Feyenoord que cumplía los patrones y mandatos del mediocampista moderno: precisión, distinción, sentido de la ubicación, panorama, cobertura y gen para el stilettazo. Con 17 años, este muchachito de la casa, conocedor de cada rincón de cada pasillo de "La Bañera de Rotterdam" pintaba para figurón y Ronald Koeman, emblema de reconocida escuela, no pudo evitar ser partícipe en su vida profesional. Fue un 22 de enero de 2012 ante Venlo que Tonny Emilio Trindade da Vilhena debutó en la Liga Holandesa para nunca más quitarse la casaca de Feyenoord (pronto a llegar a los 200 partidos con el club).
Su padre angoleño, su madre holandesa nació en Massluis, un pueblo del oeste, en la Holanda Meridional, que no supera los 40 mil habitantes. Tenía ocho cuando comenzó a jugar en el club local y nueve cuando llegó su informe a Rotterdam. Emigró a la gran ciudad del puerto y totalizó su proceso formativo en Feyenoord hasta el llamado de Koeman. Meses después, ganaría con la Naranja Mecánica en Europeo Sub 17 de Serbia (2011/12) y se lanzaría hacia el continente por su faceta de conductor-goleador.
Gradualmente fue conquistando logros. Se consolidó en el primer equipo de Feyenoord, obtuvo un subcampeonato liguero, fue relegado nuevamente al banquillo para no evitar apuros desmedidos, pero con la llegada al banquillo de Giovanni Van Bronckhorst, regresó al cartel protagonista. Es que, al igual que Gio, Vilhena es Feyenoord. Es su idiosincrasia, su palpitar, su reflejo. El joven, un diamante en bruto que fue ganando adeptos y conociendo el profesionalismo mientras configuraba su identidad necesitaba del aplomo que Van Bronckhorst generó en él. Feyenoord no atropelló su adolescencia, sólo la confeccionó.
Y así, ambos hijos de Rotterdam, llegaron la cima: con la Copa Holandesa en primera instancia y con la Eredivisie en la pasada temporada. Luego, llegó la Supercopa en tiempos donde la Champions League llama. Tras el retiro triunfal de Kuyt y las transferencias de Terence Kongolo y Rick Karsdorp, el inicio del presente curso es alentador (9 puntos de 9 jugados) para el equipo gracias a Tonny Vilhena, la última joya de la casa.
Tonny Vilhena Foto: Feyenoord - Twitter Oficial |
Apareció y resplandeció. Lo que se hablaba de él era cierto. Un producto curtido en la cantera de Feyenoord que cumplía los patrones y mandatos del mediocampista moderno: precisión, distinción, sentido de la ubicación, panorama, cobertura y gen para el stilettazo. Con 17 años, este muchachito de la casa, conocedor de cada rincón de cada pasillo de "La Bañera de Rotterdam" pintaba para figurón y Ronald Koeman, emblema de reconocida escuela, no pudo evitar ser partícipe en su vida profesional. Fue un 22 de enero de 2012 ante Venlo que Tonny Emilio Trindade da Vilhena debutó en la Liga Holandesa para nunca más quitarse la casaca de Feyenoord (pronto a llegar a los 200 partidos con el club).
Su padre angoleño, su madre holandesa nació en Massluis, un pueblo del oeste, en la Holanda Meridional, que no supera los 40 mil habitantes. Tenía ocho cuando comenzó a jugar en el club local y nueve cuando llegó su informe a Rotterdam. Emigró a la gran ciudad del puerto y totalizó su proceso formativo en Feyenoord hasta el llamado de Koeman. Meses después, ganaría con la Naranja Mecánica en Europeo Sub 17 de Serbia (2011/12) y se lanzaría hacia el continente por su faceta de conductor-goleador.
Gradualmente fue conquistando logros. Se consolidó en el primer equipo de Feyenoord, obtuvo un subcampeonato liguero, fue relegado nuevamente al banquillo para no evitar apuros desmedidos, pero con la llegada al banquillo de Giovanni Van Bronckhorst, regresó al cartel protagonista. Es que, al igual que Gio, Vilhena es Feyenoord. Es su idiosincrasia, su palpitar, su reflejo. El joven, un diamante en bruto que fue ganando adeptos y conociendo el profesionalismo mientras configuraba su identidad necesitaba del aplomo que Van Bronckhorst generó en él. Feyenoord no atropelló su adolescencia, sólo la confeccionó.
Y así, ambos hijos de Rotterdam, llegaron la cima: con la Copa Holandesa en primera instancia y con la Eredivisie en la pasada temporada. Luego, llegó la Supercopa en tiempos donde la Champions League llama. Tras el retiro triunfal de Kuyt y las transferencias de Terence Kongolo y Rick Karsdorp, el inicio del presente curso es alentador (9 puntos de 9 jugados) para el equipo gracias a Tonny Vilhena, la última joya de la casa.
Tonny Vilhena es Feyenoord
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