En La Bombonera, River Plate dio un golpe de autoridad, se quedó con el Súper en la melodramática fecha de clásicos en Argentina y comprimió la tabla de posiciones a falta de seis jornadas para el final.
Con las emociones y la tensión habitual, la inquieta víspera del duelo más importante de Sudamérica se trasladó al campo e inesperadamente antes de los diez primeros minutos se dieron un relevo (Casco y Centurión) y una chance importante para cada uno. River se asentó mejor con las variantes y dominó a gusto el termómetro del encuentro y aprovechó horrorosas fallas defensivas de su rival para concretar, en los trece minutos siguientes, dos goles. Con practicidad y efectividad, el primero provino de un centro cruzado y el segundo de un pelotazo largo: a los 14, Gonzalo Martínez, se llenó el empeine de gol y a los 23, Lucas Alario, definió en soledad ante un débil Rossi y así el Millonario tomó una considerable ventaja:
El cotejo se jugó al límite: hubo festival de patadas de tarjeta anaranjada en una marcada intensidad mal calibrada. Con el correr del reloj, Boca exhibió su peor cara: desequilibrado, desasosegado, frágil, sin cohesión entre líneas, se mostró totalmente superado y River pudo haberse ido goleando al vestuario. Sin embargo, en tiempo de adición, Fernando Gago engañó al portero Augusto Batalla, que en un yerro garrafal de interpretación y cálculo, vio como el balón le hacía un sombrero para revitalizar las ilusiones del conjunto local. Sin ser exigido, River abrió un nuevo párrafo cuando parecía consumado el punto final de la historia en apenas 45 minutos.
En la etapa complementaria, con más empuje y actitud que razonamiento e imaginación, los Xeneizes fueron a buscar la paridad. El desarrollo del juego fue tosco, por momentos ordinario y a excepción de algunos desbordes de Peruzzi por el carril derecho, el equipo de Gallardo controló al de Guillermo logrando aplanar el ritmo. Boca, ya atosigado, intentó el acorralamiento, arremetió con esporádica determinación y cada retroceso (olvidable noche de Vergini) parecía una puñalada fatal.
Darío Benedetto, poco alimentado, tuvo su chance en el área chica pero su cabezazo sopló el horizontal y la providencial figura anónima de Martínez Quarta apareció en dos oportunidades para bloquear centros venenosos. En el final, Batalla se redimió con una doble atajada colosal y en la contra, Sebastián Driussi dictó sentencia: el campeonato está abierto.
River, que estuvo a once puntos de Boca en algún pasaje de este peculiar certamen de 30 equipos, podría situarse a una unidad si triunfa en su partido postergado ante Atlético Tucumán. Restan 18 puntos en juego y solamente cinco separan al puntero del séptimo.
Lucas Alario |
El cotejo se jugó al límite: hubo festival de patadas de tarjeta anaranjada en una marcada intensidad mal calibrada. Con el correr del reloj, Boca exhibió su peor cara: desequilibrado, desasosegado, frágil, sin cohesión entre líneas, se mostró totalmente superado y River pudo haberse ido goleando al vestuario. Sin embargo, en tiempo de adición, Fernando Gago engañó al portero Augusto Batalla, que en un yerro garrafal de interpretación y cálculo, vio como el balón le hacía un sombrero para revitalizar las ilusiones del conjunto local. Sin ser exigido, River abrió un nuevo párrafo cuando parecía consumado el punto final de la historia en apenas 45 minutos.
En la etapa complementaria, con más empuje y actitud que razonamiento e imaginación, los Xeneizes fueron a buscar la paridad. El desarrollo del juego fue tosco, por momentos ordinario y a excepción de algunos desbordes de Peruzzi por el carril derecho, el equipo de Gallardo controló al de Guillermo logrando aplanar el ritmo. Boca, ya atosigado, intentó el acorralamiento, arremetió con esporádica determinación y cada retroceso (olvidable noche de Vergini) parecía una puñalada fatal.
Darío Benedetto, poco alimentado, tuvo su chance en el área chica pero su cabezazo sopló el horizontal y la providencial figura anónima de Martínez Quarta apareció en dos oportunidades para bloquear centros venenosos. En el final, Batalla se redimió con una doble atajada colosal y en la contra, Sebastián Driussi dictó sentencia: el campeonato está abierto.
River, que estuvo a once puntos de Boca en algún pasaje de este peculiar certamen de 30 equipos, podría situarse a una unidad si triunfa en su partido postergado ante Atlético Tucumán. Restan 18 puntos en juego y solamente cinco separan al puntero del séptimo.
River derrotó a Boca y ajustó el torneo argentino
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18:23
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