Roma es Totti

Il Capitano se retirará de la actividad profesional a fin de temporada con 40 años, dedicando 28 de su vida a la Roma. Bordeando los 800 partidos con la institución capitalina y habiendo anotado más de 300 goles, un ícono del fútbol italiano dirá adiós y muchos ya lo lloramos.

Francesco Totti

En 1993, un niño de apenas 16 septiembres jugó un 23 de marzo su primer partido con la Giallorossa y así comenzó un eterno lazo identificativo que derribó todos los mitos de pasión y todas las leyendas de amor habidos y por haber en la ciudad del Imperio. Roma es Totti y Totti es Roma, manifestó Monchi en su presentación como flamante director deportivo del club, anunciando así, la despedida de Francesco de como futbolista y la distinta bienvenida como héroe hacia la posteridad.

Todavía no se fue y ya se extraña. Un dotado con la clase de Totti será difícil de encontrar. Esa galanura fabulesca que rompe mil biotipos está en peligro de extinción y sin Totti, fallecerá un poquito más. Es que en su talentosa estela venían incorporados movimientos naturalmente elegantes y únicos, porque el romano demostró un dominio mental sobre las decisiones de su cuerpo muy propio, brutalmente característico. Las danzas pisando el cuero, los remates clínicos y deliciosos, su visión del más allá y la delicada finura a la hora de definir, se configuraron como herramientas congénitas que rompieron los paradigmas de cualquier ciencia dura. A ello, Totti sumó liderazgo, temple y gracia, para reunir los condimentos vitales para germinar en símbolo.

Lo que ganó, está en los libros. Sus goles, también fueron documentados. La historia que escribió, destacará entre millones de plumas. Pero el regalo más grande que dejará Francesco Totti es la evidencia de que un semidiós futbolístico para un mortal puede superar al mismísimo Dios en su inexplicable devoción.