Nuestro deporte diario de desprestigiar


 Para el dolor de los profetas, Catar y la “Japón Sub 23” están compitiendo con sus nobles armas en la Copa América.



Desde el desconocimiento vociferamos los opinólogos. Que Catar no existe en este deporte, que solo es conocida por sus petrodólares. Omitimos el interés, la incursión, el proyecto y la intervención durante casi una década para elevar la práctica del fútbol en el país. Vienen de dominar y ganar la Copa de su confederación y menospreciamos a un Félix Sánchez por no poder aplicar su ideología de juego ante una Colombia claramente superior. Le dijimos cuentero de La Masía por refugiarse con ocho jugadores. Antes abríamos los ojos por su desempeño contra Paraguay. También que Japón vino a dar vergüenza, decíamos tras su caída ante Chile en el debut. Son una Sub 23, como síntesis despectiva mientras se preparan para sus JJ.OO. Ahora, tras empatar contra la mega favorita, sólida, histórica y maravillosa Uruguay con los 20 años del Maestro al mando, nos pegamos otra vez con las palabras en el mentón. Ellos le ganan al tiempo, nosotros criticamos. 

El ‘doblediscursismo’ como método de blindaje en los sillones. El resultadismo como soporte de nuestros prejuicios acomodados. No perdemos nunca. Nuestro ego no lo permite. Por suerte, el fútbol primero está en la cancha y después en los micrófonos.

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