El alemán Sebastian Deisler era uno de los futbolistas más prometedores a fin de Siglo XX. Canterano del Glabach, explosivo en Hertha y triunfal en Bayern Munich, se rotuló como el volante del futuro. Sin embargo, asediado por las lesiones e inmerso en un pozo depresivo, colgó las botas cuando apenas tenía 27 años.
"Volver a la vida". Así tituló Sebastián Deisler su biografía publicada en 2009. Un verdadero tormento resultó la carrera profesional de este brillante mediocampista alemán, que era catalogado como uno de los talentos más promisorios para el inicio del nuevo milenio. Nacido en las divisiones menores del Borussia Monchengladbach, despegó en la Bundesliga con el Hertha Berlín y rápidamente fue convocado para jugar con la Die Mannschaft en la Euro 2000, lo que catapultaba al carrilero como un prospecto trascendental en el cambio generacional de la Selección alemana.
Justamente en los meses previos al Campeonato Mundial de Corea y Japón en 2002, Deisler había acordado su traspaso a Bayern Munich por una rutilante cifra y sufrió un desgarro de la membrana sinovial de la rodilla lo que le negó jugar el Mundial y ponerse a entera disposición con los Bávaros. Dos años antes, cuando arribó a Hertha Berlín había tenido una rotura ligamentaria, aunque pudo superar la situación y consagrarse, pero la frustrada participación mundialista y sus reiteradas lesiones en el castigado sector, no permitieron su explosión total en Bayern y Deisler ingresó en un traumático cuadro depresivo.
Ante cada juego donde sentía que no tenía un buen desempeño, Deisler poseía fuertes recaídas y su cuadro clínico empeoraba. En su estadía en Múnich afrontó diferentes tratamientos psiquiátricos y en el abismo de sus temores confesó que había "perdido confianza en sus rodillas", lo que motivó su retiro en 2007 con sólo 27 años. La gota que colmó el vaso para tomar la decisión fue haberse perdido la Copa Mundial de Alemania (2006), nuevamente por una lesión en su rodilla que lo tuvo seis meses inactivo. Un año antes había disputado la Copa Confederaciones, pero cuando parecía retomar su nivel, la vida le empuñaba un nuevo cachetazo con una quinta operación.
Cuando Deisler se retiró, Bayern Munich no rompió su vínculo (firmado hasta 2009) y le otorgó ese lapso al jugador por si quería regresar a la plantilla. El germano se alejó definitivamente de la vida pública e incluso manifestó que jamás se despidió de sus compañeros. En su libro, explica que jamás se interesó por la fama, ni por los carros, ni las marcas, ni las mujeres y que fue vulnerable a la luminosidad de "ser un jugador de fútbol". El tabaco, la introversión, el dolor, la soledad y los pensamientos resquebrajaron la sensibilidad de Sebastian Deisler y desnudaron que a pesar de su talento, el fútbol no era para él.
Sebastian Deisler |
"Volver a la vida". Así tituló Sebastián Deisler su biografía publicada en 2009. Un verdadero tormento resultó la carrera profesional de este brillante mediocampista alemán, que era catalogado como uno de los talentos más promisorios para el inicio del nuevo milenio. Nacido en las divisiones menores del Borussia Monchengladbach, despegó en la Bundesliga con el Hertha Berlín y rápidamente fue convocado para jugar con la Die Mannschaft en la Euro 2000, lo que catapultaba al carrilero como un prospecto trascendental en el cambio generacional de la Selección alemana.
Justamente en los meses previos al Campeonato Mundial de Corea y Japón en 2002, Deisler había acordado su traspaso a Bayern Munich por una rutilante cifra y sufrió un desgarro de la membrana sinovial de la rodilla lo que le negó jugar el Mundial y ponerse a entera disposición con los Bávaros. Dos años antes, cuando arribó a Hertha Berlín había tenido una rotura ligamentaria, aunque pudo superar la situación y consagrarse, pero la frustrada participación mundialista y sus reiteradas lesiones en el castigado sector, no permitieron su explosión total en Bayern y Deisler ingresó en un traumático cuadro depresivo.
Ante cada juego donde sentía que no tenía un buen desempeño, Deisler poseía fuertes recaídas y su cuadro clínico empeoraba. En su estadía en Múnich afrontó diferentes tratamientos psiquiátricos y en el abismo de sus temores confesó que había "perdido confianza en sus rodillas", lo que motivó su retiro en 2007 con sólo 27 años. La gota que colmó el vaso para tomar la decisión fue haberse perdido la Copa Mundial de Alemania (2006), nuevamente por una lesión en su rodilla que lo tuvo seis meses inactivo. Un año antes había disputado la Copa Confederaciones, pero cuando parecía retomar su nivel, la vida le empuñaba un nuevo cachetazo con una quinta operación.
Cuando Deisler se retiró, Bayern Munich no rompió su vínculo (firmado hasta 2009) y le otorgó ese lapso al jugador por si quería regresar a la plantilla. El germano se alejó definitivamente de la vida pública e incluso manifestó que jamás se despidió de sus compañeros. En su libro, explica que jamás se interesó por la fama, ni por los carros, ni las marcas, ni las mujeres y que fue vulnerable a la luminosidad de "ser un jugador de fútbol". El tabaco, la introversión, el dolor, la soledad y los pensamientos resquebrajaron la sensibilidad de Sebastian Deisler y desnudaron que a pesar de su talento, el fútbol no era para él.
Deisler: Cuando el fútbol no es para uno a pesar del talento
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