El
conjunto colombiano logró una honorable actuación en la Copa Libertadores 2007. En su primera participación en el evento, arribó a las semifinales y fue
derrotado por el gigante Boca Juniors en La Bombonera, en un cotejo disputado
bajo una niebla cuasi londinense.
La niebla porteña en La Bombonera |
El “Doblemente Glorioso”, nacido en la
capital del Norte de Santander, es el cuarto equipo más longevo del fútbol
colombiano y uno de los clubes fundadores del profesionalismo en el país
cafetero. A lo largo de la historia se mantuvo como un equipo de segundo orden,
aunque de sus arcas salieron dos de los futbolistas más representativos de
Colombia: Arnoldo Iguarán y Faustino Asprilla. En su cronología se destaca un
subcampeonato en 1964, pero durante la década de los noventa cayó a la Primera
B y allí se mantuvo durante ocho años.
Cúcuta
regresó a la máxima en 2006 y en el segundo certamen del año logró su primer
título liguero bajo la conducción de Jorge Luis Pinto. El equipo estaba nutrido
por varios jugadores de Selección: Robinson Zapata, Pedro Portocarrero y
Macnelly Torres, el panameño Blas Pérez, que resultó como el gran goleador,
entre otros, sumado a la presencia uruguaya, auténtica en los “Motilones”, de Charles Castro y Roberto
Bobadilla. Con el título, llegó la primera intervención internacional aunque sin
Pinto, ya que emigró al combinado mayor de Colombia. El estratega Jorge Luis Bernal fue el encargado de
comandar la escuadra en 2007 y para afrontar la Copa Libertadores arribaron
fichajes de categoría como Rubén Darío Bustos, Dúmar Rueda y el prometedor
delantero argentino Juan Manuel Martínez.
Los
Rojinegros integraron el Grupo 3 junto a Gremio, Cerro Porteño y su rival local
Deportes Tolima, clasificando en el segundo lugar. Cúcuta sacó un valioso
empate en Porto Alegre, derrotó a Tolima en los dos juegos y por su gran
victoria como local ante el Tricolor Gaúcho, se metió en octavos de final. En
dicha instancia goleó 5 a 1 a Toluca de México en el juego de ida y rápidamente
aseguró su estancia en los cuartos. El emblemático Nacional de Montevideo fue
el siguiente rival y tras derrotarlos 2-0 en el Estadio General Santander,
obtuvo una igualdad épica en el Centenario con gol agónico de Lionard Pajoy.
Para las semifinales, se enfrentaría al gigante Boca Juniors.
El
equipo argentino tenía a cuestas un antecedente importante ante clubes
colombianos de menor jerarquía: había perdido una Copa ante Once Caldas en
2004. En Cúcuta, los locales vencieron 3 a 1 luego de remontar el resultado,
donde se enalteció la figura de Blas Pérez. Pero en el juego de vuelta,
disputado un 7 de junio, una neblina invadió La Bombonera y la visibilidad era
imposible para el desarrollo pleno del juego. Sin embargo, el juez uruguayo
Ricardo Silvera aplicó el “siga siga” y Boca fue derrumbando lentamente al
jovial conjunto de Bernal. Riquelme en primera instancia con un tiro libre
magistral, Palermo entre las sombras puso el 2-0 y Sebastián Battaglia decoró
la goleada y selló el pasaje de los Xeneizes a la final, que luego ganarían
ante el Gremio que el mismo Cúcuta había derrotado.
¿Por
qué no se suspendió el encuentro teniendo en cuentas las condiciones? ¿Cúcuta
pecó de respetuoso, en un certamen cuasi perverso que en la actualidad, que se
define bajo la consigna de ganar o ganar? ¿O pecó de ingenuo? ¿Por qué el
portero Zapata no le exigió al árbitro parar el partido? ¿Por qué Cúcuta no
logró, no pudo, no supo o no entendió, cómo escribir la página dorada de su
historia?
Preguntas a la bruma porteña que impidió la proeza de Cúcuta
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