Gonzalo Martínez es el 10 de River. Pero más allá de lo identificativo del número se creyó que era el 10 de River y está jugando como lo exige el 10 de River.
"Hay un chico en Huracán"
Llegó desde Mendoza a las divisiones inferiores de Huracán y se percibía que algo distinto había en esa zurda porque con 18 años recién cumplidos Juan Amador Sánchez lo hizo debutar en el Globo. Desde allí, el "Pity" no soltó más la titularidad y despertó las mejores sensaciones en los fanáticos, la prensa y otros espectadores. Jugaba en la B Nacional y los grandes de Argentina lo codiciaban.
Y así fue que llegó a River. A un equipo ya campeón continental, con una impronta estilística bien definida bajo los preceptos de Marcelo Gallardo, que buscaba sacarse la espina de un negada Copa Libertadores. Martínez, sin ser brillante, acompañó a la estrella con un papel más secundario. Pero como dicta la jerga: "lo mejor estaba por venir".
"Todavía no sabe lo que puede dar"
De entrada pagó por su individualismo y tenía al público harto con su indecisión. Quizás la presión de llevar en la espalda un número tan representativo para la historia del fútbol mundial en uno de los equipos más representativos de la historia del fútbol mundial, fue una mochila de rocas para un adolescente. Es que "Pity" todavía es un pibe, está por cumplir 24 (13 de junio) y dos temporadas después comprendió la responsabilidad de cargar con ese costal. Algún compañero dijo de él: "Todavía no sabe lo que puede dar"
"Dar vuelta la situación"
Este año Martínez sacó a relucir todo su potencial. Gallardo entendió que ceñirlo a la banda no era positivo y la dinámica de lo impensado ayudó a que el mendocino conociera de libertades. ¿Qué mejor para un 10 que tener libertades?. Pity Martínez tuvo que soportar todos los insultos posibles para explotar y allí conoció que definitivamente es indispensable bajar la cabeza y aprender, para volver a subir. Además, en épocas donde el paladar riverplatense cambió luego de su caída a la Segunda División y se ha aplaudido más un pelotazo de Arturo Mina que el intento de una gambeta de su discutido 10, el ex Huracán sintió los chiflazos.
Sin dudas aquí aplica el presagio de que la vida es lo que se supera y Martínez, Gonzalo, el "Pity", hizo que el pensamiento filosófico que hermana a los Millonarios con el buen juego, el lujo y lo distintivo regresara. Los silbidos ya son aplausos, la indecisión es pujanza y el 10 de River es el 10 de River.
Gonzalo Martínez |
"Hay un chico en Huracán"
Llegó desde Mendoza a las divisiones inferiores de Huracán y se percibía que algo distinto había en esa zurda porque con 18 años recién cumplidos Juan Amador Sánchez lo hizo debutar en el Globo. Desde allí, el "Pity" no soltó más la titularidad y despertó las mejores sensaciones en los fanáticos, la prensa y otros espectadores. Jugaba en la B Nacional y los grandes de Argentina lo codiciaban.
Y así fue que llegó a River. A un equipo ya campeón continental, con una impronta estilística bien definida bajo los preceptos de Marcelo Gallardo, que buscaba sacarse la espina de un negada Copa Libertadores. Martínez, sin ser brillante, acompañó a la estrella con un papel más secundario. Pero como dicta la jerga: "lo mejor estaba por venir".
"Todavía no sabe lo que puede dar"
De entrada pagó por su individualismo y tenía al público harto con su indecisión. Quizás la presión de llevar en la espalda un número tan representativo para la historia del fútbol mundial en uno de los equipos más representativos de la historia del fútbol mundial, fue una mochila de rocas para un adolescente. Es que "Pity" todavía es un pibe, está por cumplir 24 (13 de junio) y dos temporadas después comprendió la responsabilidad de cargar con ese costal. Algún compañero dijo de él: "Todavía no sabe lo que puede dar"
"Dar vuelta la situación"
Este año Martínez sacó a relucir todo su potencial. Gallardo entendió que ceñirlo a la banda no era positivo y la dinámica de lo impensado ayudó a que el mendocino conociera de libertades. ¿Qué mejor para un 10 que tener libertades?. Pity Martínez tuvo que soportar todos los insultos posibles para explotar y allí conoció que definitivamente es indispensable bajar la cabeza y aprender, para volver a subir. Además, en épocas donde el paladar riverplatense cambió luego de su caída a la Segunda División y se ha aplaudido más un pelotazo de Arturo Mina que el intento de una gambeta de su discutido 10, el ex Huracán sintió los chiflazos.
Sin dudas aquí aplica el presagio de que la vida es lo que se supera y Martínez, Gonzalo, el "Pity", hizo que el pensamiento filosófico que hermana a los Millonarios con el buen juego, el lujo y lo distintivo regresara. Los silbidos ya son aplausos, la indecisión es pujanza y el 10 de River es el 10 de River.
El 10 de River
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